"Decirles a los niños que son hermosos, amados, bienvenidos, adorados, generosos...,
nobles, bellos, que son la luz de nuestros ojos y la alegría de nuestro
corazón; genera hijos aún más agradables, sanos, felices y bien
dispuestos. Y no hay nada más placentero que convivir con niños alegres,
seguros y llenos de amor. No hay ningún motivo para no prodigarles
palabras repletas de colores y sueños, salvo que estemos inundados de
rabia y rencor.
Es posible que las palabras bonitas no aparezcan en
nuestro vocabulario, porque jamás las hemos recibido en nuestra
infancia. En ese caso, nos toca aprenderlas con tenacidad y voluntad. Si
hacemos ese trabajo ahora, nuestros hijos -al devenir padres- no
tendrán que aprender esta lección. Porque surgirán de sus entrañas con
total naturalidad, las palabras más bellas y las frases más
gratificantes hacia sus hijos. Y esas cadenas de palabras amorosas se
perpetuarán por generaciones y generaciones, sin que nuestros nietos y
bisnietos reparen en ellas, porque harán parte de su genuina manera de
ser"
Laura Gutman