En nuestra casa no necesitamos luces una
vez al año para iluminar nuestra vida. Cada día encontramos regalos
y razones para celebrar.
En nuestra casa nunca ha existido la navidad, ni papá noel, ni reyes magos… porque en nuestra casa no los necesitamos para soñar e imaginar.
En nuestra casa, despertamos cada día la magia cotidiana, no hay nada más mágico que todo aquello que nos rodea: la realidad.
En nuestra casa nunca ha existido la navidad, ni papá noel, ni reyes magos… porque en nuestra casa no los necesitamos para soñar e imaginar.
En nuestra casa, despertamos cada día la magia cotidiana, no hay nada más mágico que todo aquello que nos rodea: la realidad.
La magia es lo único "real", es la naturaleza misma de
la vida. El "adulto", no consciente de la magia, no
habiéndose con-vertido en mago, inventa una historia fantástica en
la que él mismo no cree, como consuelo, y prepara así a sus hijos
para la decepción, perpetuando este estado hipnótico y cegador en
la humanidad, este estado en el que la mayoría piensa que la magia
sólo forma parte de los cuentos."
- David Testal
- David Testal
Casilda Rodrigañez cuenta en "La sexualidad y el funcionamiento
de la domininación" que su padre nunca le mintió. Dice: "...
consideraba que no se debía de mentir a l@s niñ@s bajo ningún
concepto, ni enseñarles que la mentira se justifica si el fin es
bueno. Le parecía un escándalo y una inmoralidad que hubiera una
mentira culturalmente establecida contra todos l@s niñ@s. "
Pero lo peor es la mentira moderna, la mentira, el engaño a unos inocentes niños por parte de los mayores. Les engañamos con el cuento de que son los Reyes Magos los que les traen los regalos, de que existen los Reyes Magos. Y cuando los niños se desengañan en su subconsciente queda grabado que los adultos son mentirosos y poco de fiar. Y ahí comienzan los niños a no temer a mentir, ser falsos y desconfiados: como los adultos les hemos enseñado.
Y entonces, hay que decir la verdad;
porque lo que habíamos contado, hasta el momento, era una mentira.
Podemos llamarlo juego o teatro, eufemismos, más amables; pero en el
fondo, sigue siendo una mentira, una gran mentira. Si partimos de que
el niño confía en nosotros ciegamente; jugar al juego de la mentira
de los reyes significa aprovecharnos de esa confianza, cometer un
exceso y quebrantar las leyes del respeto. Lo que viene después de
las miguitas de polvorón sobre la mesa que a los reyes se le olvidó
recoger, es bastante más importante; y aunque no nos pueda parecer
tan dramático a los ojos del adulto, podría ser experimentado como
un fraude: “Todo el mundo me ha engañado”.
Esta reflexión está dirigida
únicamente al “engaño” que hacemos a los niños en referencia a
quien aporta los regalos en la gran noche mágica. Si aceptamos el
criterio universal de que el fin no justifica los medios, no creo que
se pueda justificar la “mentira” de Los Reyes Magos en defensa
del mantenimiento de una ilusión, máxime cuando tengo dudas de la
bondad de la mentira. Cuando un niño, mucho antes de lo que pensamos
los adultos, conoce la verdad, y ésta no le ha sido desvelada por
los padres en el momento adecuado, puede desarrollar un sentimiento
de culpabilidad por haber roto el encanto del secreto que le obliga a
buscar mecanismos de defensa básicos, como el disimulo y la negación
de la verdad, para no ser descubiertos.
Una formula que me gusta bastante... le digo que
es una leyenda y que las leyendas hay gente que se las cree y gente
que no, que no se sabe si fueron verdad o mentira... Le conté que
esa noche la gente recibía regalos... Ella, no obstante supo
perfectamente quien le hizo el regalo.
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