sábado, 21 de diciembre de 2013

El verdadero rey mago

En nuestra casa no necesitamos luces una vez al año para iluminar nuestra vida. Cada día encontramos regalos y razones para celebrar.
En nuestra casa nunca ha existido la navidad, ni papá noel, ni reyes magos… porque en nuestra casa no los necesitamos para soñar e imaginar.
En nuestra casa, despertamos cada día la magia cotidiana, no hay nada más mágico que todo aquello que nos rodea: la realidad.
La magia es lo único "real", es la naturaleza misma de la vida. El "adulto", no consciente de la magia, no habiéndose con-vertido en mago, inventa una historia fantástica en la que él mismo no cree, como consuelo, y prepara así a sus hijos para la decepción, perpetuando este estado hipnótico y cegador en la humanidad, este estado en el que la mayoría piensa que la magia sólo forma parte de los cuentos."
- David Testal
Casilda Rodrigañez cuenta en "La sexualidad y el funcionamiento de la domininación" que su padre nunca le mintió. Dice: "... consideraba que no se debía de mentir a l@s niñ@s bajo ningún concepto, ni enseñarles que la mentira se justifica si el fin es bueno. Le parecía un escándalo y una inmoralidad que hubiera una mentira culturalmente establecida contra todos l@s niñ@s. " 

Pero lo peor es la mentira moderna, la mentira, el engaño a unos inocentes niños por parte de los mayores. Les engañamos con el cuento de que son los Reyes Magos los que les traen los regalos, de que existen los Reyes Magos. Y cuando los niños se desengañan en su subconsciente queda grabado que los adultos son mentirosos y poco de fiar. Y ahí comienzan los niños a no temer a mentir, ser falsos y desconfiados: como los adultos les hemos enseñado.

Y entonces, hay que decir la verdad; porque lo que habíamos contado, hasta el momento, era una mentira. Podemos llamarlo juego o teatro, eufemismos, más amables; pero en el fondo, sigue siendo una mentira, una gran mentira. Si partimos de que el niño confía en nosotros ciegamente; jugar al juego de la mentira de los reyes significa aprovecharnos de esa confianza, cometer un exceso y quebrantar las leyes del respeto. Lo que viene después de las miguitas de polvorón sobre la mesa que a los reyes se le olvidó recoger, es bastante más importante; y aunque no nos pueda parecer tan dramático a los ojos del adulto, podría ser experimentado como un fraude: “Todo el mundo me ha engañado”.

Esta reflexión está dirigida únicamente al “engaño” que hacemos a los niños en referencia a quien aporta los regalos en la gran noche mágica. Si aceptamos el criterio universal de que el fin no justifica los medios, no creo que se pueda justificar la “mentira” de Los Reyes Magos en defensa del mantenimiento de una ilusión, máxime cuando tengo dudas de la bondad de la mentira. Cuando un niño, mucho antes de lo que pensamos los adultos, conoce la verdad, y ésta no le ha sido desvelada por los padres en el momento adecuado, puede desarrollar un sentimiento de culpabilidad por haber roto el encanto del secreto que le obliga a buscar mecanismos de defensa básicos, como el disimulo y la negación de la verdad, para no ser descubiertos.

Una formula que me gusta bastante... le digo que es una leyenda y que las leyendas hay gente que se las cree y gente que no, que no se sabe si fueron verdad o mentira... Le conté que esa noche la gente recibía regalos... Ella, no obstante supo perfectamente quien le hizo el regalo.

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